por Thierry Meyssan en Red Voltaire
La epidemia de Covid-19 ha matado hasta ahora más de 200 000 personas en todo el mundo y sumido en el pánico a miles de millones. Ese pánico priva a quienes lo sienten de todo sentido crítico, lo cual les lleva a aceptar decisiones políticas estúpidas. Un grupo de personalidades, que se denomina a sí mismo “Amanecer Rojo” (Red Dawn) y cuya correspondencia ha sido dada a conocer en Kaiser Healt News y en el sitio web del New York Times, ha logrado imponer una ideología apocalíptica según la cual China ha declarado la guerra a Occidente, cuya única posibilidad de protegerse consistiría en confinar a todos los civiles.
En un artículo anterior [1], ya demostré cómo las aterradoras previsiones sobre la cantidad de decesos que provocaría el Covid-19 fueron elaboradas sobre bases erróneas y por un charlatán, el profesor Neil Ferguson, cuyas predicciones siempre han acabado estrellándose contra las cifras reales durante las dos últimas décadas.
También mostré en otro artículo [2] que el objetivo de las medidas de confinamiento adoptadas en China no era de naturaleza médica sino que más bien político. Queda por explicar de dónde sale la idea del confinamiento obligatorio y generalizado de toda la población, cuya implantación se inició en Occidente.
Aunque pasé semanas enteras consultando libros sobre epidemiologia, no encontré en ninguno algo similar a esa medida. En toda la Historia nunca se ha combatido una epidemia encerrando en sus casas a toda la población sana. Fue entonces cuando Kaiser Health News vino a levantar una esquina del velo con la publicación de cierta correspondencia: se trata de una medida concebida y planificada en 2005-2007 por la administración de George Bush hijo.
Acuartelamiento de militares y civiles
En 2005, el Departamento de Estado estadounidense estudiaba cómo prepararse para enfrentar eventuales acciones de bioterrorismo contra las tropas de Estados Unidos desplegadas en otros países. Partiendo del principio neoconservador según el cual los terroristas siempre son extranjeros, y por ende nunca podrían penetrar en las instalaciones militares estadounidenses, el servicio de Salud se preocupaba por prevenir los ataques a los que los soldados de Estados Unidos podrían verse expuestos al salir de sus bases. Desde ese punto de vista, aislar a los enfermos en los hospitales y mantener a los soldados sanos dentro de los cuarteles era una opción lógica. De hecho, las bases militares estadounidenses son como pequeñas ciudades, están concebidas para enfrentar un asedio y es teóricamente posible vivir dentro de ellas durante meses.
Sin embargo, el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, tenía intenciones de transformar la sociedad, llegando a hacer desaparecer la diferencia que separa a los civiles de los militares, lo cual permitiría incorporar más fácilmente los civiles a la guerra total contra el terror. Así lo explicaba, en septiembre de 2001, el propio Donald Rumsfeld en las páginas del Washington Post [3].
Por consiguiente, el doctor Carter Mecher, del servicio de salud a cargo de los veteranos de guerra (Department of Veterans Affairs) y el doctor Richard Hatchett, miembro del Consejo de Seguridad Nacional de George W. Bush, recibieron entonces la tarea de extender al ámbito de los civiles lo que en el mundo militar se denomina “acuartelamiento”. Pero no fue hasta 2006, justo antes de que Rumsfeld dejara el Pentágono, que los doctores Carter Mecher y Richard Hatchett lograron imponer esa norma al CDC (la agencia estadounidense a cargo de la prevención y el control de enfermedades).
La adopción de esa norma desató en Estados Unidos un vendaval de protestas, encabezado por el profesor Donald Henderson, quien había dirigido tanto la escuela de salud pública de la Universidad Johns Hopkins como el sistema estadounidense de respuesta a las epidemias. Para el profesor Donald Henderson –y para todos los médicos que se expresaron en aquel momento– el confinamiento generalizado de la población no tiene ningún sentido desde el punto de vista médico y además viola las libertades fundamentales. Se trata ni más ni menos que de la deriva totalitaria de la administración de Bush hijo, que impuso la adopción de la llamada «Ley Patriota» (USA PATRIOT Act) a raíz de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001.
En 2017, todos los documentos oficiales estadounidenses sobre la adopción como norma del confinamiento generalizado de la población fueron destruidos por la administración Trump. Richard Hatchett se convirtió en director de la Coalition for Epidemic Preparedness Innovations (CEPI), que coordina las investigaciones mundiales en materia de vacunas.
Uno de los correos electrónicos de Amanecer Rojo. En este mensaje, el doctor Lawler se refiere al plan de encierro forzoso de la población civil elaborado bajo el presidente George Bush hijo por los doctores Carter Mecher y Richard Hatchett.
«Amanecer Rojo»
Todos hemos podido seguir las evidentes contradicciones de la Casa Blanca en sus contactos con la prensa sobre el Covid-19. El doctor Anthony Fauci, efímera referencia científica de la Casa Blanca, aconsejó la adopción de las medidas autoritarias para contener la epidemia mientras que el aparentemente inconsciente Donald Trump se oponía a las medidas de confinamiento en nombre de la Libertad de todos.
Para demostrar la incompetencia del presidente Trump, los aliados del doctor Anthony Fauci “filtraron” a la prensa una parte de su propia correspondencia [4]. En ella puede verse que los aliados del doctor Fauci formaron un grupo de discusión y de acción llamado Red Dawn (Amanecer Rojo) [5].
El nombre “Amanecer Rojo” (Red Dawn) hace referencia a una operación organizada en 1984 por el entonces secretario de Defensa Caspar Weinberger, quien envió a Europa y Latinoamérica una delegación que reclamaba la ayuda de todos los países ante una invasión inminente contra Estados Unidos.
Jean-Michel Baylet, en aquella época secretario de Estado ante el ministro de Exteriores de Francia, me contó aquel grotesco intento estadounidense de manipulación. Un nutrido grupo de generales estadounidenses llegó a París para explicar –con toda la seriedad del mundo y presentando un montón de diapositivas– que dos pequeños países latinoamericanos, Cuba y Nicaragua, amenazaban a Estados Unidos. En la sala, los diplomáticos franceses pasaron del estupor inicial, al ver que los estadounidenses los creían verdaderamente imbéciles, a los esfuerzos por no estallar de risa ante tales afirmaciones. En respaldo a aquella campaña, el Pentágono hizo rodar en Hollywood una película de propaganda con Patrick Swayze y Charlie Sheen. En 2003, el Pentágono recuperó la denominación “Red Dawn” para designar la operación de captura del presidente iraquí Saddam Hussein.
Hoy en día, al identificarse como Red Dawn (Amanecer Rojo), las 37 personalidades que componen el grupo en cuestión ponen de manifiesto su anticomunismo visceral. La URSS ya no existe pero el Partido Comunista sigue dirigiendo China, país designado como origen del Covid-19. Amanecer Rojo dice tener que recuperar el poder para dirigir la guerra.
Entre los miembros de ese grupo también están los inevitables doctores Anthony Fauci (director del National Institute of Allergy and Infectious Diseases) y Robert Redfield (director de los Centers for Disease Control and Prevention, o CDC) y también los doctores Carter Mecher (consejero en el Department of Veterans Affairs) y Richard Hatchett (ahora director del CEPI), los mismos que, bajo la administración de George W. Bush, impusieron extensión a la población civil de la regla militar del acuartelamiento.
Las ideas del doctor Richard Hatchett han sido adoptadas de forma íntegra en Francia por el presidente Emmanuel Macron, o sea “esto es una guerra y tenemos que confinar a todos los civiles en sus domicilios para protegernos”. También las han adoptado algunos gobernadores estadounidenses, pero no el presidente Donald Trump.
El resto es lo que ya conocemos. El pánico se ha apoderado de la opinión pública en la mayoría de los países. Los dirigentes políticos, temiendo ser acusados de negligencia, imitan a los que iniciaron la aplicación del confinamiento generalizado. La regla estadounidense de origen militar, adoptada en Francia, se ha propagado como el virus que supuestamente debería combatir, deteniendo prácticamente la economía mundial. Ahora están empezando a verse problemas de aprovisionamiento alimentario en casi todas partes y, si no se hace algo pronto, comenzarán a aparecer hambrunas, incluso en ciertos sectores sociales de los países ricos. Thierry Meyssan
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